Sociedad, crédito y cofradía en la Nueva España a fines de la. época colonial: el caso de Nuestra Señora de Aránzazu

Autor(es): Clara García

El reconocimiento de la estructura corporativa de la Nueva España hace necesario rescatar del olvido una institución que fue muy activa e importante en todos los niveles de la sociedad colonial: la cofradía. La cofradía era, en esencia, una corporación religiosa que proporcionaba a sus miembros seguridad espiritual y ayuda: servicios de auxilio para los enfermos pobres, de cuidado de los ancianos, de atención a niños huérfanos y de financiamiento de la sepultura cuando algún cofrade moría, junto con una serie de misas de difunto. Así, la cofradía se puede describir como un gremio, compañía o unión de personas o pueblos congregados entre sí para participar de las ventajas de la asociación. Ya en la práctica, pues, la cofradía era una especie de sociedad de ayuda mutua, una red de intercambio social. La cofradía se originó en la sociedad medieval de la Europa occidental y se fue popularizando ya para el siglo XVI. La cofradía vasca de Arriaga, por ejemplo, fue privilegiada por el rey Alfonso X, quien delegó a los cofrades sus jurisdicciones y justicia real, dándoles facultades hasta para imponer la pena de muerte. En lo general, le caracterizaba su devoción y costumbre piadosa de venerar a la virgen de Esteváliz y de la celebración de su fiesta cada 24 de julio. La cofradía, pues, fue clave en el desarrollo de la práctica cristiana a nivel popular. También poseía un franco carácter político-social, ya que durante la fiesta, los cofrades elegían ante la virgen a sus cuatro alcaldes mayores, quienes gobernaban la provincia por un año. La costumbre de la época medieval obligaba a las congregaciones a asumir este carácter devoto, pues sólo así podían asociarse las personas.

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