La urbanización moderna del pueblo de Tiquicheo a fines de la época colonial

Autor(es): Marta Terán

Resumen: Tiquicheo viene de tiquiche, que en náhuatl significa vasija, escudilla. San Lucas Tiquicheo, una de las cabeceras municipales del sur de Michoacán era, hace dos siglos, un pueblito de indios, único “sujeto” de otro llamado Purungúeo, su cabecera de partido y curato. Desde las fundaciones españolas de los pueblos en el siglo XVI y durante todo el periodo colonial
ningún cambio de jurisdicción modificó la relación entre Purungueo y Tiquicheo. El primero ocurrió en 1786, al instaurarse la Intendencia de Valladolid y sus subdelegaciones, que anularon a los antiguos corregimientos y alcaldías. La jurisdicción que unía ambos pueblos en un todo civil y eclesiástico desapareció. Sin alterarse la jurisdicción eclesiástica, Purungueo pasó, con tres pueblos más, a la subdelegación de Carácuaro, y San Lucas Tiquicheo a la de Zitácuaro con una treintena de ellos. La intendencia significó un antes y un después en la relación de siglos entre los pueblos de indios y la corona española. En menos de veinte años comenzó a mostrarse el poder de transformación de las políticas borbónicas de finales del siglo XVIII sobre la sociedad rural. En efecto, al comenzar el siguiente siglo, en 1804, un incidente mostró a Tiquicheo la nueva realidad: se le impidió que el rebaño de reses de su patrona, la Virgen de la Candelaria, entrara a pastar, como acostumbraba, en la estancia (o rancho) “Copandarillo” -uno de los bienes comunales que se administraba desde su caja de comunidad. Quien lo impidió fue el español que entonces arrendaba la estancia, amparado en el visto bueno del subdelegado de Zitácuaro.

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