Invención de prodigios. La literatura hierofánica novohispana

Autor(es): Antonio Rubial García

Resumen: Narrar, tanto para la historia como para la literatura, ha tenido siempre una fuerte carga de invención, pero de invención no como una construcción de falacias sino con su sentido prístino, ése que quedó inserto en el Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Cobarrubias: “sacar alguna cosa de nuevo que no se haya visto antes ni tenga imitación de otra”. Con esa acepción se hablaba de la invención de la santa Cruz, es decir del hallazgo de esa reliquia por santa Elena. Inventar se convertía así en un acto que se relacionaba con el mostrar, con el enseñar, con el dar a conocer. Sin embargo, aunque el contenido de la invención era algo tomado de la realidad, la forma en que se presentaba debía seguir ciertos cánones y hacer uso de varios recursos, todo lo cual estaba regulado por los dictámenes de una de las más importantes artes liberales: la retórica. A ellos se debía someter todo tipo de discurso, incluido el histórico. Así una buena invención debía utilizar, para hacerse valiosa y legitimar su veracidad, los múltiples recursos del género demostrativo: la alabanza de las virtudes, el vituperio de los vicios, la amplificación, el exemplum, las pruebas, la digresión, la cita de autoridades (como la Biblia o los autores cristianos y grecolatinos). Tales recursos estaban dirigidos a cumplir con tres objetivos básicos: enseñar comportamientos morales (docere), entretener (delectare) y provocar sentimientos de repudio o de admiración (movere).

[Ver documento]

Los comentarios están cerrados.