Autor(es): Rebeca Monroy Nasr
Resumen: reseña del libro “Emma Yanes Rizo, Araceli. Nicaragua, 1976-79: Libertad de vivir, México, Itaca, 2008.”
Este es un libro que muestra la toma de decisiones de una joven psicóloga que creció en el ámbito de la vida albergada en el seno de una familia española, de los pocos franquistas que llegaron a México en los años cuarenta, buscando mejores condiciones de vida. Emma Yanes narra la vida de Araceli Pérez Darias, quien creció en una familia forjada en el seno del catolicismo, bajo la mirada de las monjas en su educación básica y secundaria, que infundieron en ella el amor al prójimo que la llevó a las posteriores decisiones de su vida. El entorno familiar que dio vida a la semilla de su inconformidad se manifestó desde niña, cuando su hermana fue diagnosticada con una enfermedad severa, mientras sus otros dos hermanos varones la acompañarían el resto de su niñez y juventud. El padre deja España para encontrar mejores fuentes de sustento en el México industrializado. En ese ámbito creció la joven Araceli, que optó por la carrera de psicología en la Universidad Iberoamericana, donde tuvo sus primeros contactos con las nuevas propuestas de la salud mental, bajo las corrientes anti-siquiátricas en boga, así como a las propuestas que buscaban vincular a Freud con Marx con respecto a la salud pública. Su deseo de cambio sustancial en la forma de vida plácida que tenía, en contraste con las condiciones de vida que se perneaban en estos países latinoamericanos bajo yugos dictatoriales, además de lo que la guerra fría aportaba en su incoloro alto contraste, trasmutó poco a poco a la joven psicóloga que trabajaba para el Hospital Español. Yanes Rizo nos lleva de la mano de quienes conocieron a Araceli entre 1976 y 1979, de la historia oral como instrumento documental, guiándonos desde su amor por un hombre casado, el ser una mujer soltera que se atrevió a vivir sola y mantenerse, para allegarnos a los amigos del círculo de lecturas marxistas, que de ser militantes clandestinos teóricos la conectaron con los guerrilleros sandinistas de aquellos arduos años de lucha cuerpo a cuerpo. Mientras su núcleo familiar también se desconfeccionaba en el camino.