El día con día del virreinato novohispano

Autor(es): Esteban Sánchez de Tagle

Resumen: reseña del libro “Pilar Gonzalbo Aizpuru, Vivir en Nueva España. Orden y desorden en la vida cotidiana, México, El Colegio de México, 2009.”

En el transcurso de escasos tres siglos, pobladores hispanos, en particular los castellanos, reprodujeron cientos de veces, en la inmensidad del continente americano, de manera que hoy se antoja inverosímil, el mundo que por salir a “hacer la América” iba quedando sólo en su imaginación, no obstante su empeño por preservarlo intacto. Empresa sin parangón, que no hizo Roma y no podrá repetirse: la de un reducto europeo que se recrea incontables veces en todas sus versiones imaginables hasta cubrir prácticamente la mitad de un mundo nuevo. Resultaron de ello cientos de fundaciones, con vocación urbana todas. Desde la más distante, allá en la incierta frontera norte novohispana, hasta las que se ubicaron a miles de kilómetros en el remoto sur del continente, cada una dando vida a una versión siempre genuina del universo hispano; cada una producto de una particular adaptación de la misma semilla a las condiciones peculiares de los puntos de llegada. Poblamiento hecho, además, como por ensalmo: obra de nadie en particular, sino de todos; obra de la tradición milenaria de la migración ibérica. Pobladores expertos que, durante mil años habían aprendido a llenar convenientemente sus alforjas sólo con los rudimentos considerados imprescindibles de su cultura para cargar con ellos y sembrarlos o, preferentemente, injertarlos dondequiera que llegaron. Poblamiento que dio lugar al imperio hispánico en América, no al revés.

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